viernes, 30 de marzo de 2018

Paz y Bien

Paz y Bien
Valmore Muñoz Arteaga

           
Mientras caminaban hacia una cueva cercana a Bodh Gaya, ciudad ubicada al norte de la India, donde se cuenta que Siddharta Gautama meditó durante tres días continuos bajo la sombra de un árbol y alcanzó la iluminación, Thich Nhat Hanh –escritor, poeta, maestro y monje budista– junto a algunos seguidores, se detuvieron en el corazón de unos arrozales para recitar un poema cuyas ideas quiero traer a nuestra compleja dinámica social. El poema dice que “la paz está a cada paso. El sol rojo y radiante es mi corazón. Cada flor sonríe conmigo. Qué verde y tierno es todo lo que crece. Qué fresco es el viento. La paz está en cada paso. Transforma el sendero interminable en alegría”. La paz, según logro intuir en estas líneas, no es algo que vive fuera de nosotros y que, por lo tanto, podemos conquistar o, mucho mejor, que ella nos conquiste. Hallarla es el resultado del compromiso humano de vivir en el presente, gota a gota, paso a paso. “La paz está presente aquí y ahora, dice Thich Nhat Hanh, en nosotros y en todo lo que hacemos y vemos. Cada aliento que tomamos, cada paso que damos, se puede llenar de paz, alegría y serenidad. La cuestión es si estamos o no en contacto con ella. Tan sólo hay que estar despierto, vivo en el momento presente”. Esto me recuerda a Evagrio Póntico, Padre de la Iglesia, cuando afirmaba de manera vehemente que quien no vive ahora la vida eterna puede despedirse de vivirla luego. Naturalmente, también tendría que recordarnos el aquí y ahora de San Agustín, ese misterioso enamoramiento de la unicidad con el instante. El resultado inmediato de nuestras caricias profundas con cada momento es, lo dicen los grandes sabios, la sabiduría, la paz.

            Tengamos conciencia de la paz y démosla. Cuando digo darla pienso en San Francisco de Asís. San Francisco enseñó a sus compañeros que la paz que tienen que tener en su boca es la que brota fresca de su corazón. Es la paz interior, la que ellos han conquistado. El escándalo y la ira que ellos podrían provocar si faltaran estas buenas disposiciones, refleja, evidentemente, el vocabulario de las Admoniciones. Escándalo e ira son la realidad de los que no saben conservar la paz. Esta paz que los franciscanos llevan en su corazón es la del comentario de la Admonición 15 a la bienaventuranza de los pacíficos. La Admonición 15 dice: “Dichosos los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios. Son verdaderamente pacíficos aquellos que, en medio de todas las cosas que padecen en este mundo, conservan la paz en su alma y en su cuerpo, por el amor de nuestro Señor Jesucristo”. El pobre de Asís compromete a sus hermanos a comunicar la paz dando testimonio de la dulzura, que se transforma en el medio para enamorar a todos los hombres a la paz verdadera, a la bondad y a la concordia que, sin lugar a dudas, encaminan hacia la fraternidad.

            Aunque se ha generalizado que el saludo de los franciscanos es Paz y Bien, realmente no es así. En su testamento el Pobre de Asís escribe que "El Señor me reveló que dijésemos este saludo: El Señor os dé la Paz". Por ello, expone en las reglas de su fraternidad que  "en cualquier casa donde entren digan primero: Paz a esta casa. Y permaneciendo en aquella casa coman y beban lo que les pongan delante". Sin embargo, como apuntamos, el saludo que terminó llegando hasta nuestros días es Paz y Bien. Saludo que tiene fuertes implicaciones bíblicas. Antonio G. Lamadrid supone que los franciscanos buscaron simplificar la fórmula en vista de que, en muchos lugares donde llegaban a predicar, algunas personas los miraban con desconfianza. Así que, hundiendo sus corazones en las fuentes bíblicas, se transformó en una fórmula que subsiste desde antes de Cristo hasta nuestros días. La fórmula aunque es la misma, no significa lo mismo. Las palabras van cambiando de significación con el correr del tiempo. Esto ha ocurrido también con Paz y Bien. Pasó del uso profano al mundo de la Biblia, cargándose de contenido teológico, hasta transformarse en la manera repetida y técnica para enunciar la futura salvación mesiánica. Llegada la plenitud de los tiempos: la Paz y el Bien son Cristo. Por lo que se refiere a la paz, san Pablo lo afirma expresamente: “Cristo es nuestra Paz” (Ef 2,14). Es nuestra paz, porque nos ha puesto en paz con Dios; porque ha llevado a cabo la pacificación mutua entre los hombres, derribando los muros de separación, odio y hostilidad que los tenían divididos; porque “mediante la sangre de la cruz, ha pacificado todas las cosas, las de la tierra y las del cielo” (Col 1,20). El saludo Paz y Bien, en labios cristianos, resume en sí todos los bienes de la Redención y al Autor de los mismos.

            Volviendo a Thich Nhat Hanh, nos comenta que la paz verdadera siempre es posible, aunque demanda fuerza y práctica, particularmente en tiempos de grandes dificultades. Para muchos, la paz y la no-violencia significan: pasividad y debilidad, conformismo inclusive. En realidad, practicar la paz y la no-violencia está muy lejos de la pasividad. “Practicar la paz, hacer que la paz viva en nosotros, es cultivar activamente la comprensión, el amor y la compasión, incluso cuando nos enfrentamos a la incomprensión y el conflicto. Practicar la paz, en especial en tiempos de guerra, requiere coraje”. Esto implica hacer grandes esfuerzos para cultivar la paciencia. Si no cultivamos la paciencia, siempre tendremos pretextos para manifestarnos con ira, y finalmente convertirnos en personas que no saben convivir, antisociales, incapaces de postergar los impulsos. No es fácil abrirnos a la paciencia, pero podemos comenzar intentando afianzarnos en la idea de que el otro también tiene derecho a ser como es, “no importa si es un estorbo para mí, si altera mis planes, si me molesta con su modo de ser o con sus ideas, si no es todo lo que yo esperaba”, como apuesta el Papa Francisco en Amoris Laetitia, el amor es servicial, es decir, nos ubica ante la posibilidad de ser bondadosos con nuestras obras, que no basta sólo con ser pacientes, pues podríamos caer en la pasividad que aniquila.

            En un artículo dedicado al amor en la familia escribí que la paciencia va de la mano por una acción dinámica que busca el beneficio y la promoción del otro, ya que el amor es hacer el bien al otro, buscar su bienestar o, rescatando junto al Papa la voz contundente de San Ignacio de Loyola: “el amor se debe poner más en las obras que en las palabras”. El amor no siente envidia lo cual nos dice que en nuestras relaciones personales no puede haber lugar para sentir molestia por el bien del otro. “El verdadero amor valora los logros ajenos, no los siente como una amenaza, y se libera del sabor amargo de la envidia” escribe el Papa en Amoris Laetitia. El amor que mira desde Cristo comprende que cada ser humano tiene dones particulares, diferentes que le abre frente a sí caminos distintos. El amor nos impulsa a buscar nuestro camino para ser felices siendo felices con los otros buscando el suyo propio.

            Este año que apenas comienza tenemos una invitación muy profunda inscrita en lo más íntimo de cada uno de nosotros: colaborar en la construcción de un camino hacia la civilización de la paz. Particularmente en la necesidad de moderar el discurso, pues, como bien sabemos, no sólo las armas tienen la capacidad de herir. Las palabras mortificantes, los gestos desacralizados, las formas inciviles, las pretensiones arrogantes y desmesuradas, todas ellas nos conducen a un estado de permanente ofuscación, violencia y opresión. San Francisco de Asís no fue, como es harto sabido, un teórico del tema de la violencia y mucho menos de la cuestión social, tan sólo se trataba de un cristiano convencido que buscaba ser coherente con su fe que, por medio de sus acciones, la llevaba hasta las entrañas de la realidad social en la cual desarrolló su vida. Su autonomía personal y su amorosa espontaneidad no fueron permeadas por consignas de ninguna ideología que hipotecara su libertad. Ante los problemas del otro no hizo lamentos de infortunio y calamidades, no dramatizó como acostumbran los políticos interesados, no hizo novela ni comedia con los males ajenos, ni se autoeliminó de la sociedad como los cobardes e incapaces. Todo lo que hizo fue simple y sencillamente llevar el mensaje evangélico de la fraternidad, de la paz, de la armonía y de la esperanza.

            Paz y Bien es un saludo, pero, al mismo tiempo, es un compromiso. Este saludo, hecho a imitación del Evangelio, persevera en hacer que el corazón se abra a la paz, es decir, a esa fuerza espiritual interior que es fundamento de transformación moral y civil. Este saludo pretende hacer entrar en los planes de renovación a los hombres, mediante la profundización interior y el Evangelio. Paz y Bien es un compromiso en ser conscientes y cultivadores de la compasión en nuestra vida cotidiana, disminuir la violencia diariamente, intentar ejercer un efecto positivo en nuestra familia, nuestros amigos y la sociedad. Cuenta la tradición budista que la noche antes de su iluminación, Buda fue atacado por Mara, que representa a la tentación, al demonio. Mara y su ejército de demonios lanzaron centenares de flechas a Buda, pero a medida que las flechas se le acercaban, las convertía en flores y caían dulcemente a sus pies. Nuestro Señor Jesucristo, dispuesto ante el profundo sufrimiento y vergüenza producidos por la muerte en la Cruz, no lanza ni un solo anatema contra sus verdugos. Todo lo contrario, pedía al Padre que los perdonara por su ignorancia (Lc. 23,34). No debemos pagar mal por mal a nadie. Debemos procurar ser buenos delante de todos los hombres. “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Rm. 12,18).

Estamos llamados a protagonizar un cambio antropológico que debe brotar de la fe, que decimos vivir, y el anhelo de gozar a plenitud el don del amor. Comprender la paz como valor absoluto que reclama de nuestras fuerzas y reservas espirituales y humanas el mayor de los esfuerzos posibles. Nos lo merecemos luego de tanto dolor, sufrimiento y sacrificio. Este nuevo número de El Alemancito que comprende los meses de enero, febrero y marzo, es parte de un llamado que hacemos a todos los venezolanos a buscar con dedicación y pasión los caminos que nos conduzcan a una paz verdadera y duradera.

Laus Deo. Virginique Matri. Pax et Bonum



Dadaísmo

Percepciones Dadaístas Sobre el Hombre, la Violencia y el Mundo
Sergio Bermúdez, Alejandro Cabello, Luis Flores y Gabriela León
CUARTO AÑO A



El Hombre
El Hombre, una hoja;
El hombre es azul;
El hombre es morado y verde;
El hombre, ciclo eterno;
El hombre, como la mujer azul frente al río;
El hombre, rojo;
El hombre es violencia;
El hombre, Siberia;
El hombre, silencio;
El hombre es amarillo, como el oro de Cecilia;
El hombre rosado, clamor infinito;
El hombre, utopía;
El hombre, infierno;
El hombre, todo;
El hombre, algo;
El hombre, blanco;
El hombre, paredes oscuras;
El hombre, cabello blanco;
El hombre; nada.  

La Violencia
Cuerpos;
Sillas arrastradas;
El llanto oponente de la mujer en plena noche;
La voz muda de la llamada bélica;
Vida, luces antes del amanecer;
Aproximándose la mujer en plena calma;
Metal, mineral mínimo;
Ruidos anarquistas, mujer soberbia;
Seres maquiavélicos, puertas adyacentes;
Gritos, ruidos, negación;
Rojo;
Rojo;
Rojo;
Negro;
Blanco;
Serenidad, putrefacción indiferente en silencio;
Lagrimas de calla;
El hombre, violencia;
Temor, llanto, vacío.

El Mundo
 Efímero. Global. Inmarcesible.
 Gotas lluviosas, corriente marina;
 Territorios a color vivo, como la idea de un niño en bicicleta;
 Masa significativa con inquietud superflua;
 Habitantes ególatras, potencias banales;
 Población estrombosa, longevidad hogareña;
 Historia de piel en piel a través de una percepción transparente;
 Calles vacías, mundo mudo del estereotipo;
 Incapacidad emocional, infinito viviente;
 Rosas marchitas como el vestido de los muertos;
 El Rey del pesimismo que vive en el castillo indiferente;
 Los transeúntes que ven con anhelo el vacío.
 El mundo; Violencia;
 Violencia, el hombre

 El hombre, la nada.

Surrealismo

El Hombre y su Papel en la Sociedad
María Bermúdez, Mario Chirinos, Andrea Duque y César Velásquez
 CUARTO AÑO A



  La violencia se apropia, tritura, invisibiliza las diferencias de sentido, la diversidad de prácticas y posicionamiento subjetivos de los actores sociales (el hombre); homogeiniza, y por lo tanto, violenta lo diverso. Es la principal fuente de barbarie de la historia de la humanidad, un vestigio de la poca cordura que le queda  al ser humano, lo que sucede cuando la gente no se escucha, el resultado de la guerra y el dolor de una madre que pierde a su hijo, la violencia ahoga al mundo en un vaso de agua lleno de odio e ignorancia, es una muestra de dar más importancia a nuestro propio mundo, que al mundo podrido que estamos creando con nuestra locura.

 El deterioro de las instituciones de la sociedad, que anteriormente permitían la integración de los hombres, obliga  muchas veces a desarrollar estrategias de sobrevivencia y actividades que lindan con la ilegalidad. Esto es producto de una violencia simbólica impuesta por la sociedad y que expresa el tipo de relación que el Estado sostiene con la sociedad civil (desamparo-desprotección, responsabilizando a los sujetos por los problemas sociales). Este es un fenómeno que se da a nivel mundial pero que en cada país adquieren particularidades específicas, sobre todo en un contexto de subdesarrollo y dependencia política y económica.

 El estruendoso sonido del corazón partido de una amante perdida en el llanto, resuena en la oscuridad del fuego que emana la ira que proyecta el caos en la mentalidad del hombre en el mundo.  A esto se debe un rio de lágrimas lleno de miedos y angustias, miedo a los de nuestra propia especie. El hombre que crea, es el mismo que destruye.

 La bailarina de ballet clásico cuyo propósito de vida es poder participar en una guerra mundial, donde el objetivo final sea la destrucción de la sociedad, la chica criada bajo una estricta educación moral y religiosa, tiene como meta en su vida llegar a ser una sensual actriz porno.

Todos estos aspectos condicionan, en el mundo actual, el comportamiento del hombre en la sociedad y por ende en el mundo; trayendo como consecuencia la violencia mundial y la destrucción de la sociedad. 

La Paz

¿Qué es la Paz?
Paola González y Richel Méndez
CUARTO AÑO B



¨Mi lucha más dura ha sido conmigo mismo
Vivir, lo más cerca posible de lo que pienso
La vida es hermosa, es hermosa, con sus contrariedades
Yo que pienso que estar vivo es un milagro
¿Qué es la vivir la vida?.
Una cosa es sencilla sino lográs la felicidad con poco
No te comas la pastilla que no lo vas a lograr con mucho¨
- Pepe Mujica


  Desde hace un tiempo atrás, nos hemos preguntado de dónde puede venir la paz, creímos por un tiempo que siendo feliz podríamos tener toda esa paz que necesitabamos, pero lo cierto es que no todo el tiempo eres feliz, pasamos por altos y bajos, a veces los bajos duran más que los altos, así que, la pregunta aún sigue en pie ¿De dónde puede provenir la paz?

 Supongamos que tenemos un balance, o un ancla que nos permite mantenernos de pie cuando más lo necesitamos; en los peores momentos. Algunas personas buscan esa ancla, en algo o en alguien, pero tarde o temprano esa dependencia que necesitamos de otro, desaparece, porque así es la vida, nada es para siempre. Entonces volvemos a caer en el agujero negro donde todo es odio y rencor. ¿Cómo salimos de él?, hay que tomar en cuenta que cada persona es diferente, cada hombre en su cabeza crea un mundo diferente al de otro, así que no hay una manera específica que te pueda garantizar el tener felicidad y paz eternamente, pero diré algo que es cierto; el hombre siempre logra lo que se propone, así hemos avanzado tanto todos estos años, con la tecnología, con la ciencia y con todo lo que se ha creado estos últimos años, sin embargo, años tras años de inventos y avances, y aún así no hemos podido domar algo tan antiguo y natural como la paz y la felicidad, por alguna razón siempre lo hemos ignorado, y eso hay que cambiarlo.

 Pero bueno, un momento, retrocedamos un poco, ¿Qué es la paz? y ¿Cómo se llega a ella?, primero tenemos que hablar de su contrario, igual de antigua y natural, la guerra.

 Pero ya va, ¿Por qué?, ¿Qué tiene que ver la guerra con la paz, si son opuestos? Cuando decimos “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”, decimos que la guerra es necesaria para poder vivir en paz, las guerras solo existen para ponerle una excusa a la muerte; aunque bueno, podrías decir, hay muchas cosas que necesitan de su contrario para poder existir, debe de haber oscuridad para que exista la luz, debe de haber invierno para que haya verano, las flores necesitan de la luz del sol, pero también necesitan lluvia; sí. Hay sola diferencia, en todos estos ejemplos hay algo que tienen en común, en ellas existe un balance, estas contrariedades existen para un bien común, para que haya un equilibrio. Al contrario de la guerra, que uno la inventa con la intención de incitar el desorden, para ganar, para poder tener el control, y así decidir lo que tú quieras sin que nadie pueda discrepar, porque tú ya ganaste, tienes el control, tienes el poder y creemos que tenemos esa “paz” cuando tenemos todo justo como lo queremos, a nuestro alcance, a nuestro control. Por fin podremos estar tranquilos y en paz, pero eso no funciona así, es hipócrita decir que queremos la paz y después declarar la guerra con la excusa de que nuestro propósito de dicha guerra es la ¨paz¨, de hecho, desde el momento que declaraste la guerra, ya perdiste.

 Siempre vas a tener una batalla dentro de ti. ¿Como puedo reflejar la paz interior si en mi exterior no hay paz?

 El mundo te romperá el corazón de todas las formas imaginables. Eso esta garantizado y yo no puedo explicarlo, como tampoco la locura que llevo dentro ni la locura que llevan los demás. La vida nunca es justa, pero debes afrontar los golpes y seguir adelante. Y cuando tengas el corazón roto tendras que volver a construirlo y, no solo eso, tendrás que volver a confiar, y esta es la parte mas difícil. A pesar de todo esto, aunque la vida rompa todas tus ilusiones, debes seguir soñando, ¿Sabes por qué? Porque si no te ilusionas, porque si no sueñas, porque si no amas, ¿Qué clase de vida estaras viviendo?, ¿Para qué quieres una vida si no la estas aprovechando? no se puede vivir con miedo toda la vida. La vida es así: te caes, te levantas y te vuelves a caer. Pero, si ni siquiera te mueves por temerte a caer, en realidad, ya te has hundido, La vida es un camino de ida y vuelta, a la ida se sufre, a la vuelta se aprende, todo lo que va, en algún momento vuelve. Se feliz porque la piedra nunca es tan grande, porque las injusticias se pagan, porque el dolor se supera porque la verdad insiste, porque los errores te enseñan y porque nadie es perfecto. Ahí es donde está la verdadera paz, en vivir, en aceptar todo lo que la vida nos hace afrontar, en saberlo llevar desde el mundo interior para poder tener el mundo exterior en tus manos.

 Si vas por el camino de la violencia, de las dudas, de la venganza, la historia solo se repite una y otra vez. Entonces la pregunta que queda es; ¿Qué vas a elegir?

 Si mi vida en las calles, sean tranquilas o mortales y con sus grietas ¿Será que mis calles soy?

 Si mi vida son mis heridas, sean dadas, recibidas o abiertas todavía ¿Será que mis heridas soy?